Hoy es nochebuena. Mi primera nochebuena sin ti en este mundo pero sabiendo que estás aún más cerca que nunca. Hoy quise escribirte aunque se que todo esto ya lo sabes.
Tantas veces han pasado en las que te quiero contar como me fue en el día, desde mi más trivial momento hasta cosas muy relevantes. Hace unos días quise levantar el teléfono y decirte lo frustrada que me sentí al comenzar a esquiar y caer cada vez que lo intentaba. Cómo llegó, después de pedirte y pedirle al cielo la inteligencia y la paciencia para ver detrás de esto el aprendizaje, Mark, un guía de la montaña que se parecía muchísimo a mi tanatologo y me dio en 10 min las palabras que justo necesitaba.
-Debe haber una mejor forma para detenerme- le dije.
-Vamos a ver qué estás haciendo porque solo viéndote podré saber que pasa- respondió y yo comencé a intentar esquiar.
-No veas al suelo- me decía Mark - si ves el suelo, ahí es donde estarás. Lleva tu mirada a donde quieres ir y tu cuerpo se moverá hacia allá-
Yo respiré profundo porque sentía que eso sonaba como algo de fantasía, sin embargo, lo hice. Y como magia, veía a donde quería ir y mi cuerpo con los esquíes integrados me llevaban.
-Si quieres ir al otro lado simplemente voltea hacia allá y si sientes que vas muy rápido continúa volteando tu mirada a ese lado, tu cuerpo dará la curva y se detendrá porque ahora estarás de frente a la montaña. Entonces podrás dar la vuelta desde arriba y volver a tomar ritmo- continuó Mark con su lección
-Si te agachas vas a ir más rápido y va a ser más complicado detenerte, para tener control necesitas echar el cuerpo hacia el frente- fue otra de las lecciones de Mark.
Pronto mi cuerpo se adaptó y comenzó a esquiar. Ahora que lo pienso, eso parece hasta enseñanza de vida. Dirige la mirada hacia donde quieres ir, si sientes que la vida va muy rápido, detente, sube un poco para reajustar tu visión y saber a dónde quieres ir y retoma.
Ahora que reflexiono, quizá Mark no fue una casualidad. Quizá papá Dios y tú me lo enviaron. Horas después, cuando yo ya podía bajar la montaña con cierta destreza, lo volví a ver acompañando a un pequeño. La verdad es que los guías no dan clases, están ahí por si te caes o hay alguna complicación pero no dan lecciones de esquí.
Ese día quería contarte lo orgullosa que me sentí de mi, de reconocer mi frustración pero también saber que había una solución. De haber aprendido algo y además, disfrutar el proceso. De cómo sme sentía pletórica. Pero ahora, mientras escribo estas palabras me doy cuenta que no, no pude llamarte pero se que estuviste ahí. Acompañándome... como siempre y quizá mas que siempre.
De todas formas, me hubiera gustado ver tu cara mientras te lo contaba y te contaba todo nuestro viaje. Como Índigo tuvo también su proceso en el aprendizaje de esquiar y también logró superar la frustración y salir orgulloso de la experiencia. Cómo “tu Luis Fe” tuvo la paciencia y nos acompañó con su experiencia esquiando durante nuestro proceso y nos impulso a no quedarnos en lo que ya podíamos dominar e ir por un poco más a pesar de nuestros temores.
Durante ese viaje, poco a poco, comencé a ser nuevamente yo, a tener ánimo para hacer algunas de las cosas que me gustaban, como escribir, a estar agradecida por mi familia, por mi cuerpo, por mi vida y, por supuesto, por tu vida. Empecé poco a poco a sonreír nuevamente con los ojos.
Gracias por ser, junto con mi papá, mi mejor regalo de navidad y de vida.
Comments